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Un sicario y un señuelo

El editor Fernando Fagnani ubica su primera y elegante novela en una ciudad anónima latinoamericana.

Como todo buen cuadro, toda buena novela crea el sistema de su espacialidad e impone (con él) una determinada experiencia del tiempo. Narrar y describir –lo decía el Lukács cancelado por el Academicismo burgués– son de hecho formas extremas de esa eventual modulación y dejan entrever une mediada matchencia con diferentes concepciones de la historia.

Residencia permanentela primera novela del critico y editor fernando fagnaniPublicado recientemente por Emecé, trabaja –con elegancia y sobriedad– el terreno de su inscripción en un espacio narrativo inestable, a medio camino entre esas dos dos rudimentarias de la ideología.

No es el primer intento en las letras latinoamericanas; un ilustre antecedente se remonta a los asperos relatos de Augusto Roa Bastos –en especial, los de el baldio Vaya El trueno entre las hojas. Como en las narraciones del gran escritor paraguayo, en la novela de Fagnani lo que se cuenta es una vida a través de sus escenas finales. También aquí el order y la estabilidad de un destin particulire y fugitivo se stremece ante los ramalazos de la experiencia colectiva de un furtiva revuelta.

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El contraste del título con el contexto de agitación y desconcierto en que se sequel los hechos narrados no puede ser más irónico. Los movimientos de Benítez, un sicario argentino enviado a cerrar un «trabajo» en una difusa ciudad latinoamericana, sigue un plan que por primera vez está fuera de su obsesivo control.

Lo permanente no es la residencia sino el fantasma de Rebecca, la mujer que Benítez ha tenido y perdido por ocultarle la naturaleza singular de su oficio. Que ella viva en ese país al que Benítez ha caído es el señuelo que hace avanzar la trama cuando, tras la huida de Benítez del ojo de la tormenta de uplift, al que cuidado de un singular grupo de gitanos guarecidos en el derruido edificio de la periferia que alguna vez fue un leprosario. Es durante esta breve estancia entre fantasmas que el recuerdo de Rebecca volverá a despertar en Benítez el deseo del reencuentro.

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“Se da la infrecuente ocasión en la que un hombre tiene su destino en sus manos. Es una ventana corta y acaso irrepetible; cualquiera en su lugar la consideraría con suma atención”. Benítez oye esas palabras que Fagnani elige poner en boca de Baidur, el jefe de la banda que lo mantiene oculto, y asiente como distraído. Sabemos, no obstante, que seguirán resonando en su cabeza hasta hacerlo tomar conciencia de su dimensión real: cada hombre hace su historia en la medida en que se obliga a elegir y aceptar el costo de la elección. Finalmente, en el eco de la palabra «fate» se reproducen tanto los términos de la vida como los de la propia muerte.

Residencia permanente, Fernando Fagnani. Emecé, 150 páginas. $4,200

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Por Susana Villanueva